lunes, septiembre 14, 2015

Provoca otra vez ¡VENGA, VENGA, VENGA...!

Era julio de 2014 y estábamos en una de las guerras de Hamás y Hizbola contra Israel, todas con la misma característica, que parece que el único que lo ha advertido soy yo: tan pronto se alcanzan los dos mil palestinos muertos y destrucción material proporcional, y por tanto demostrado el carácter genocida (cotizado muy a la baja) de los judíos, los palestinos se aprestan a negociar la paz o tregua, nunca antes de los dos mil muertos. Lo que se podía hacer con los 10 primeros muertos, pero no.
Era lunes, estábamos sentados fuera (por una vez) Fer, yael, XY, mi hermano y yo. Como todos éramos projudíos, Yael judía, no necesitábamos discutir ni levantar la voz. En un país libre comentábamos entre nosotros, con tal mala suerte que alguien nos oyó (lo que no me pasó ni en el franquismo). Un hijo puta cincuentón, gafoso, con pantalones anchos, perilla, calvo, disfraz. Estaba con una imbécil. El hijo puta del antisemita al poco de oírnos y situarnos, se levantó volentamente y pasó pegado a nosotros diciendo "estos hijos de puta, no lo aguanto..." XY le mira y me mira extrañada, le digo "es por nosotros". Va donde otras mesas de amigos suyos que estaban detrás de nosotros. El callejón de Gaza estaba lleno de holligans de Hamás, la Canarias profunda y eternamente jóven y comprometida, que tan bien representa La Laguna. Vuelve, se sienta y nos empieza a llamar "judíos asesinos de mierda". Yael es judía y hasta ahí podíamos llegar. Yo soy muy gracioso, alardeo de mis payasadas siempre, no me tomo en serio, me gusta el absurdo, pero en ocasiones excepcionales conviene tomarme en serio. Eso lo saben algunos imbéciles.
Con una furia como pocas veces he sentido (la vez que me robaron la cartera en Roma y la recuperé por esa furia), fui donde él apartando sillas y mesas y le dije el título del post: Provoca otra vez... venga, venga, hazlo.
Sabía que no se iba a atrever, tampoco ninguno de ninguna mesa, como lo repitas te destrozo. Pensé en principar pegando una patada a la mesa contra ellos y luego tirarme contra él a muerte. Lo único que elucubré fue que vendría la policía y que era mayor. Todos se callaron, todas las gallinas del Callejón de Gaza. Él desapareció. Me gané unas miradas de odio de unas lesbianas alcohólicas y devastadas, que estaban al lado.
Podía contextualizar este hecho con otros acontecimientos y hacer interpretaciones antropológicas y sicológicas, pero no las voy hacer. Esta fue la provocación, que salió el viernes. Axiomó una vez más el profesor Dogma.
Desde aquel día los lunes y miércoles que bajo al sindicato, XY siempre me dice : Tranquilo, que antes no me lo decía. Y aunque sé que no puedo ocupar en el corazón del mariconazo de Fer el lugar de Al, aquella admiración juvenil inmarcesible, al menos he aparecido en su ranking homosex. Me suele recordar mi faceta killer


Los nazis y sus aliados soviéticos que se repartieron Polonia (y el Gueto de Varsovia), no van a actuar impunemente, en lo que dependa de cada cual.

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