jueves, abril 30, 2015

Noche triunfal en Las Arenas

Llegamos a las 16 horas del martes  a Loiu. MH nos había reservado mesa en la Despensa de Las Arenas. El camarero latino. De qué país eres. De Bolivia. ¿De Santa Cruz de la Sierra? Sí, y se le anima la cara como si fuera un paisano. Ayer que estábamos con unos amigos tomando unos vinos, vino a  saludarme. Qué pronto amistas, me dicen.

De allí no vamos a  casa. Luego en  metro a Bilbao. Otra vez juega el Athletic, es como si estuviera esperando a que llegara yo, si la vez anterior jugó contra el Real Madrid ahora juega contra los hermanos  de la Royal Society. Tomamos unos vinos por la zona del Guggenheim (más o menos) con unos amigos y de allí nos vamos a Pozas, donde continuamos abrevando. Vamos al metro, y que no hay hasta que acabe el  partido. Pero cómo nos hacen eso, si queremos evitar a la turbamulta precisamente.
Tenéis que esperar 30 minutos, y hacemos un corrillo con 8 vigilantes y dos empleados. Estamos en Euskadi.  Reímos. Pues tomaros un vino. Es verdad, y salimos a la superficie (m2) para entrar en el cubo de bar (m3).
 Estamos en la parada anterior a la Catedral. Nuestra parada  ya está  densamente poblada, saludos a vigilantes y empleados: ir rápido y al primer vagón.
Siguiente parada: San Mamés rojiblanco. Digo, metro japonés  y algunas sardinas se ríen. Los rojiblancos van circunspectos, los leones no han podido con  la Royal Navy y parecen argentinos   enlatados. Unos que bajan en Erandio nos saludan  estilo vasco, con contacto físico. Ocurre que XY está diciendo todo el rato aunque por lo bajines “Athleeeeeetic”.
Llegamos a las Arenas y queremos seguir bebiendo. Vamos al Pub de la buena música, donde el dueño me echó tres años de más hace exactamente doce años. Y desde entonces le dedico  una mirada aviesa y despectiva. Retorcida.
Le digo -tú me afrentaste con tres años sobrantes- en junio de 2003, el día que actuaban en San Mamés los Rolling Stones, y si no te saludo es porque jamás te lo he perdonado.
-Es que entonces no me había operado de cataratas- me responde el rústico del dueño.
Hay una que se queda sola. Estamos nosotros  tres y el monstruo del lago Ness. Súmate a nosotros y qué tomas y cómo te llamas.
-          María Elena-
-          A qué te dedicas-
-          Soy profesora de inglés
-          Mi niño que es  muy listo, sabe tanto inglés (mucho más que tú, dicho sea de paso), al punto que vive en EE.UU. y el inglés es ahora su idioma materno, cosa  que me temo  no te ocurre a ti-  y prosigo-  ¿cómo te apellidas?-. Y me dice 4 apellidos, solo 2  vascos: los no vascos de donde los has sacado
-         -Pues uno proviene de Burgos y el otro de Santander-
-          -Todos mis apellidos son vascos, yo no tengo apellidos ni de Burgos ni de Santander. Tú   entonces lo que  eres  es algo vasca. Qué vergüenza.
-          -Y tú – le digo al dueño, que me da el DNI- aquí solo hay dos, no me jodas que tú también tienes apellidos de Burgos y Santander.
-          -Yo soy vasco, del PNV, de la Virgen de Begoña, del Athletic y del Igualatorio- cuando era joven a quien soltaba  esas jaculatorios  populares-populistas  yo los  insultaba.
-          -Tú lo que eres es un simple, seguro que de algún baserri (aldea) de Munguia, de los que nacéis con la camisa de cuadros puesta  para  cortar la hierba.
Continúo -tanta música y símbolos norteamericanos y  seguro que no has salido de Vizcaya, ni a Benidorm, ¿o estoy equivocado?
-          -Sí. he estado en EE:UU y varias veces.
-          -¿Sí? Dime un estado- Y me suelta 8 ó 10
-          -Qué más has hecho  ¿deporte? Cuál
-          -Surf
-          -Tú ¿surf? Dónde
-          -En Mundaka
-           -¿En Mundaka?, si yo soy de Mundaka. Aparte de que nada en ti  induzca a  creer que hayas hecho ningún deporte alguna vez en tu vida. Mira mis espaldas- como llevo 10 días con pesas ya puedo mostrar hombros y omoplatos y procedo a quitarme la camisa para enseñar la parte alta de mi espalda. Cuando ya me he desabrochado 3 botones, XY aborta el operativo. ¿Estás loco? Estamos en un lugar público.
Entra el que enseguida sería Álvaro, creyendo que se iba  a tomar una copa sólo y tranquilo. Desde nuestro ángulo le socorro  ¿cómo te llamas?
-Álvaro-  departimos y se acerca
- Álvaro, te ofendería si te invitara a la copa. ¿Cómo te apellidas?-ya para empezar el primer apellido no es vasco pero próximo- ¿pero tú de dónde procedes?
- De Durango, de Tavira-
- Que casualidad, porque de Durango quienes procedemos somos nosotros. Mi abuelo era de Abadiño. Que pasa ¿que a este bar no vienen vascos? Porque todos mis apellido son  vascos, todos, no la mitad  o alguno. Todos.
Dice el del bar a Álvaro- Ahora resulta que es de Mundaka, Durango y Bilbao.
-Tú no te enteras de nada, ya se ve que eres de algún baserri (aldea) de Munguia y que no te enteras de nada, salvo el uniformarte de recién nacido con las camisas de cuadres para cortar la hierba o leña.
Ante cada insulto le doy la mano (se lo copio de Gaviño), y también le invito al dueño a  un gin tonic-
-Gracias estoy con uno, pero luego me lo pongo- de vez en cuando le trato de dar dos besos a María Elena que está un poco fuera de lugar, me rehuye, debe  encontrarme salaz. A las vascas les interesa el sexo más  como reivindicación que como fraternidad nacional.
Álvaro nos invita a  otra ronda. Estamos en territorio vasco, no hay duda. En Al Andalus nadie me invitó a nada, y no digamos mar mediante más al sur…
-Álvaro, te voy a hablar sin preámbulos, como se ve    que estás divorciado, la pregunta es a cuántos hijos tienes que pasar la manutención- le espeto.
- A dos-
-Nuestros abuelos –cuento yo- nacieron entre vacas, gallinas, conejos, tomates, perejil, manzanas, maíz, higueras, hierba,  pero dos generaciones  después estamos nosotros, que somos refinados, ilustrados, cosmopolitas,  simpáticos y mundanos.  Nuestros padres también  eran bilbaínos. Nosotros somos unos advenedizos en las Arenas, de acuerdo, que   no nos hubiera  importado nada haber  sido unos pijos locales de rancio abolengo,  aunque vivimos en Zugazarte.
Cuando nos fuimos, según refirió XY, María  Elena  se asomó para ver si torcíamos para Zugazarte.
Dice XY,  a este paso lograremos no poder entrar en ningún bar de Las Arenas. MH comenta: amista tanto porque les unta a todos pagándoles la consumición, no por otro motivo. Pero ha de reconocer  en cambio “que  cuando voy al antiguo Igeretxe siempre me tratan ad honorem porque saben que soy tu hermana”. Comemos con Ekain antes. Empiezo a pedir un chupóptero y el camarero señala que se acuerda perfectamente de mí y dónde nos sentamos la última vez. 


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