jueves, marzo 26, 2015

Viaje de urgencia a Cádiz

Visité en Cádiz la catedral antigua y la nueva. Gracias a la visita de la primera tuve el único momento, un descuido en realidad, de reflexión en el breve tiempo gaditano. La villa invicta y leal. Yo hubiera añadido cortesana también, para más halo, turbación y equívoco.  El resto fue disipación, penumbra. Seguramente participaba del ambiente que allí reinaba, antes del domingo previo al de Ramos, citando nuevamente al taxista dueño de la expresión, con las iglesias llenas de pasos de semana santa que abrillantaban y alguna hornacina y peana vacías ya que  habían enviado las tallas a  hospedarse como pudieran en los pasos. Los cofrades miraban desde las alturas como si fueran  arrebatados émulos de Santa Teresa de Ávila y Jesús, Fray Luís de León o San Juan de la Cruz, en trance de dignificación extrema  de  las ocupaciones más menesterosas.
Ante la catedral y en muchos lugares ya tenían todo dispuesto para la semana santa haciendo gala de mucha previsión  y planificación. Por momentos me evocaba  Turingia o Baviera,  a lo que la climatología acompañaba mucho.
La catedral de mediados de 1800, la oficial, tenía redes como los circos, por si estucados revoques y piedras se tiraban  del trapecio por la falta de sincera piedad de los turistas. Una catedral de esas dimensiones en el promontorio atlántico dice más del ser humano y su creación: Dios, que toda la filosofía escrita desde los presocráticos en adelante.
Pero el episodio reflexivo sobrevino en el interior de la antigua catedral, ahora Parroquia de Santa Cruz. El exterior es directamente inverosímil. Pero el interior es completamente canario: Paredes blancas, columnas y arcos de medio punto y piedra color tostado, cruceros, retablos barrocos, mucho pan de oro y  tres naves. Faltaban los artesonados. Parecía una  iglesia canaria, que no tenía nada que ver con otras que visité. Nada más regresar  a Bilbao me metí en google Wikipedia, para confirmar mi fino sentido del arte. Pero en absoluto  se establece esa relación. Como quería que mi presunta sensibilidad artística tuviera  algún viso de realidad, busqué  “iglesias canarias y antigua catedral Cádiz”. Tampoco. Ni una sola conexión. Lo más que llegué  a ver es que se trasplantó a América latina, que más tarde tampoco lo encontré.
Llego aquí y mi empresa I+D+I - technology park me inquiere sobre un asunto del año 2002, que le han planteado a  ella directa y casualmente. Es tal el acoso que voy acabar llamando al 091. Es la primera cita que me pasan en más de un año. Por si delinquí, digo yo, hace 13 años.
Al final y por mucho que me embrutezca voy a ser el único ensayista de sindicalismo de España. Al margen doctorandos y sus recuentos y cuentos. Reconocido ya estoy, no es nada difícil. A costa de otras proyecciones más sugestivas. En Bilbao me compré “La condición obrera “ de Simone Weil. Lo que hay que hacer.


1 comentario:

Anónimo dijo...

De Simone Weil trató no hace mucho una de las charlas de Ivan.

Le animo a ir. La próxima es el primer miércoles después de Semana Santa.

Salu2
EDH.