domingo, noviembre 09, 2014

El sábado con Libres e Iguales

Ayer sábado fuimos  a la  concentración  de la Plataforma  LIBRES E IGUALES en el reloj de flores del parque García Sanabria. Había más televisiones que concentrados casi.
Volverme a encontrar con la izquierda  antifranquista e intelectual, fue un buen presagio. También me encontré con un científico del grupo fundador de  UPyD, al parecer   es a nosotros a los que nos toca estar siempre en el mismo sitio. Al comienzo quedábamos allí. No caímos en el zapaterismo ni en su sectarismo ni revanchismo, en aquel progresismo posmoderno infame.
El intelectual A. Doreste  (verdadero intelectual) se queda con nosotros a tomar unas cañas. Y me invita a la prensa: El País y ABC. Ahora, cuando me encuentro con él,  hablamos de literatura soviética. Ha convocado a elementos de la izquierda ilustrada. Está Santiago Pérez y algún  catedrático. Contacto con Ciudadanos  que llegan tarde  tras la lectura del manifiesto que se leyó ayer en toda España.
Me dicen de afiliarme, no lo soportaría, pero si estoy dispuesto a colaborar en actos de calle, hacer número, y si se puede conocer a Cayetana Álvarez de Toledo (es de Oxford, esta derecha casposa…) mejor. Ahí están  Vargas llosa, Arcadi Espada, Santiago González, José María Fidalgo, … es evidente que estoy donde tengo que estar.
A las concentraciones de toda España acudió poca gente, y los asistentes debieron creer que movilizarían al supuesto sentido común español, y se  sienten decepcionados. No es mi caso.
Toda mi vida he estado en trincheras vacías. Donde  creía indispensable estar.  Por una razón fundamental, porque  los demás no acudían,  yo sí debía hacerlo. Sentía la obligación. Cuando en unos dos años o menos todo el mundo se hizo antifranquista y de izquierdas y llenaban las calles sin riesgo en la Transición, ya sí que supe que mi presencia ya  era completamente irrelevante. Allí destacaban los ávidos de oportunidades. Bien sabe Dios que se creó una variada oferta donde instalarse, para todas las capacidades, incluidas las más limitadas, en todo el aparato institucional.
Formar  una pequeña masa crítica, con una voluntad  clara decidida a influir, a luchar por la razón, no es una tontería. Como tampoco el testimonio. Ayer comprobamos que somos muy pocos, pero estamos en todo España, en 55 ciudades. Mucho.
Las minorías críticas  siempre terminamos por expandirnos  y modificar estados de opinión y  proyección política. Esta España y Cataluña  no es la de ZP y su discurso estúpido seguido por media España y sin respuesta adecuada por la otra media. El discurso, la opinión común ahora  es otra. Ni yo ni lo mejor de mi generación de la que me orgullezco de pertenecer  vamos a cambiar. Hasta el final: No hay jóvenes.
 

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