jueves, septiembre 18, 2014

Opinión, análisis y reflexión

En mi nueva etapa de articulista de prensa, no pude tener mejor comienzo, una editorial del periódico reproducía dos o tres frases  de un artículo mío. Al poco un familiar de un gran científico y pensador canario me agradecía  lo que había escrito sobre él en un extenso artículo que tituló precisamente “agradecimiento”.
Lo malo de este periódico es que puedes conocer las veces que se han pinchado tus artículos, y son centenares, una barbaridad. El hermano de una  grandísima amiga mía (Rosita) le dijo que le encantaban mis artículos aunque no los entendía –es farmacéutico- y que era muy culto. Mi hermano rápidamente intervino  “ si en prensa es verdaderamente didáctico... casi elemental”.
Me cotejo, y me veo un poco rara avis. Como escribo sin encomendarme ni a Dios o el Diablo, me digo,  iré chocando por un motivo u otro  hasta desaparecer o aburrir.
Pero hoy he comprobado conturbado que mi último artículo no está siendo tan masivamente leído  como el anterior. También pensé: cocinar a Carl Schmitt con la Cataluña salafista, está poco menos que contraindicado. Demasiada torsión. La idea (Schmitt) no fue mía pero todo su desarrollo sí. Entre otras cosas porque he leído al autor y conozco bastante su pensamiento. El anterior era local, que cuando lo abordo lo toco muy  de pasada y sin citar un nombre propio. No va por ahí mi interés. No me imagino opinando de Paulino Rivero, por ejemplo, ni de consejeros, que no conozco ninguno.
Después de años sin abrir un solo digital local, ahora hojeo   la opinión de todos. En la "opinión" como en los tertulianos, los políticos  hay mucho ruido. Es muy difícil tener algo singular  que decir, darle vuelta a las cosas, a lo manido, previsible,  esperado, al punto de vista mayoritario que flota en el ambiente, que obviamente es el más agradecido.
A veces son  como muestras retóricas de adhesión a lo ya bendecido y jaleado. Dejé de leer los digitales estos cuando me encontraba con panfletillos tipo Facebook  donde todo son loores a gente tan Lorenzo el magnífico como Garzón y tipos de esa ralea. O la memoria histórica.
La opinión de la gente en general  a mí no me interesa lo más mínimo. Cuando me interesa pregunto directamente. En casa lo hago.  Cuanto más enjundiosa sea al opinión pancarta más la desoigo. Nunca participo, cuando lo hago, es como casus belli.
Lo que si me gustan son los análisis de los que se prodigan poco, no como yo, y cuando hablan es porque nos van a decir algo que no habíamos escuchado. Suelen dominar temas. Porque sabemos que hay un punto de vista muy personal, que es una reflexión sobre un hecho nueva, distinta. Muy sustentada.
El análisis o la reflexión está perfectamente estructurado,  cada argumento está encadenado al de antes y después, hay un foco de luz que alumbra el detalle o lo lateral que es justamente lo que cobra un significado luminoso que induce  a captar un valor nuevo.
Las opiniones para su validez han de ser al menos  jugosas,  refrescantes, bien humoradas o provocadoras… todo lo demás no interesa, pero si lo que contiene  un análisis solvente y personal o una reflexión lateral pero incisiva.
Lo malo de la opinión es que casi siempre es coral, es opinión común, es ruido, salmodia, incluso falsa arenga

 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo he reenviado su artículo a un par de amiguetes y le ha parecido lo mismo que a mí: esclarecedor.

Salu2, EDH.

José María Lizundia Zamalloa dijo...

Ayer se volvió a reservar, estuvo bien el encuentro en nuestra sede del Oliver