martes, marzo 18, 2014

A orillas del Potomac, podemos decir


De un encuentro esta mañana con mi hermano en La Laguna, había hecho un relato humorístico, creo que bien acabado y que a Nuestro Amado Líder hubiera gustado. Era una mañana en principio infernal de procuradora en La Laguna y procurador en Santa Cruz y plazos perentorios. A la que  le he dado la vuelta, resaltando e invirtiendo insignificancias.
Una cosa que estaba para colgar y con la que volvía por mis fueros humorísticos, de repente no quiero colgarla, que gustaría más de lo que de aquí pueda salir ahora, pero supondría repetirme. Es inevitable aburrirse de uno mismo. Nada de lo que dude o una voz interna  cuestione, lo hago.
Tengo la suerte de terminar y empezar la semana entre amigos, de esa forma me queda todo el  fin de semana para leer, que no puedo hacer entre semana o escribir no para el blog. Los lunes son nocturnos y en espacio agradable, y se bebe como de noche. Trasegamos. A veces aparecen  Yael  y compañía.
Con Yisas estamos ya en  nuestra propia historia, muchas películas todos juntos.
Fer me dice que Esperancita estuvo de copas con mi hijo y próxima nuera  en la noche de Washington, con más gente y que uno le conocía a Fer de la graduación de E. allí hace casi 3 años, y que debió de estar muy bien. Conociendo el percal la noche tuvo que ser muy divertida, intensa y, si se me permite la cursilería, creativa: están muy bien surtidos de  grandes  potencias o facultades distintas a las diurnas y laborales.
Cosas así, en esas circunstancias, son  para mí de las más bonitas que puede haber en la vida.
Esperancita me mandó esta foto que cuelgo de un cuadro de una artista brasileira, cuando conoció a la embajadora de  Brasil.

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