martes, noviembre 26, 2013

Accionista de un periódico, pues sí

Recibo un correo de un familiar muy próximo en el que me dice que tenemos unas mínimas acciones del periódico nacionalista Deia, y que tengo la mitad de las exiguas y testimoniales participaciones.
Ahora resulta  que tras tanta vicisitud preposicional de ante, por, con, para, trans, contra…. el nacionalismo, soy un minimalista accionista de su prensa de partido. ¡Las vueltas que da la vida! Teniendo en cuenta la evolución de mi padre, podían haber sido de Gara. Mi padre murió hace más de  20 años y ahora  cambian los títulos  de las acciones y  si no aceptas  las  pierdes. O algo así. Nadie sabía nada de eso, ni había oído nada. Encima me las van a mandar (daré una al nuevo converso de mi hermano, para que también sea accionista de Deia, periódico que ahora lee).
Quitando los primeros números del nuevo  periódico, nunca más se vio un Deia  en casa, sino el eterno Correo, que desde que tenía  uso de razón llegaba todas las mañanas a casa con la leche y el pan.
Me ha hecho hasta  ilusión por sorprendente  y paradójico. Deia se fundó en la Transición, me imagino a la comunidad nacionalista buscando dinero para financiarlo y hacer  país. Me alegro de que mi padre también contribuyese a ello. Tenían una idea “de  país” muy positiva y admiraban al primer lehendakari Agirre, al que siempre se le representó cargado de moral y honestidad. 
A cuenta de esta noticia sorprendente “en lo que me toca”, uno ha tenido variados  campos de interés y conocimiento y solo uno de ellos  ha sido el nacionalista/abertzale.  Mejor haberlo tenido que no tener nada, como recuerdo bien pasaba  a la mayoría conformista del  país   franquista.
Al parecer el nexo familiar con la política (yo bastante más) se produjo  en los momentos fundacionales o inaugurales.  Recuerdo ahora  como algún progre desvaído, estético, sin ningún pasado,  de vez en cuando me   espetaba  en un tono muy de izquierda light insufrible, que yo era del partido de Rosa, como si eso me pudiera definir y como si ellos tuvieran  pedigrí, algún mérito, pasado, conocimiento o acabaran de bajar de Sierra Maestra. Fui promotor y último candidato, me pagué un par de viajes, que es  lo que debe hacerse y me aparté por completo y para siempre tras  las primeras elecciones.
Por lo que hoy se puede ver, parece que  fuimos muy  útiles, y que  muy  pocos logramos hacer mucho, según resulta de TV, Parlamento,  encuestas… Algunos  debates y  corrientes de opinión contribuimos a abrir en España, que es lo que yo pretendía. Lucha ideológica. Es lo que hay que hacer, estar cuando no hay nadie y se es necesario, y cuando aparece generalmente lo peor desaparecer. Lo he hecho más veces.

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