jueves, junio 27, 2013

Rousseau, el gran precursor del totalitarismo

Hace poco una chica de instituto a la que pusieron en un examen a Hobbes, Locke y Rousseau, me comentó que éste último era el de su preferencia. Cuestión de edad, de la estudiante (normal) y de su profesor (contextual), el típico tío de letras atrincherado en la juventud,  proclive a ser faro con la camiseta del Ché en su sonrisa.
Hobbes es demasiado descarnado y antipático para el orbe cultural mediterráneo, que parte de la amabilidad de la vida Macarena… Es valorado empero por episcopalianos, metodistas, baptistas y puritanos. Aunque también por  psicoanalistas, psiquiatras, novelistas, historiadores de las religiones, poetas  y antropólogos. A Hobbes le confirma el conjunto de la mitología, las religiones, el Western, la historia universal y la clínica psiquiatra, como poco. Es puro empirismo.
Locke es casi el fundador de los derechos civiles, defensor de la propiedad y padre de las libertades negativas: mi derecho a gobernar mi vida sin (o con los mínimos) obstáculos del exterior. Las libertades positivas constituyen los límites al gobierno de los demás sobre mí.
Reconozco la importancia de Rousseau.  Si no hubiera sido él, otro hubiera desarrollado la misma filosofía política y moral. Porque su núcleo está en la psique humana, en la trama de anhelos, pulsiones y temores que solo pueden encontrar sosiego  en una antropología optimista, regresiva e infantil (la que hoy representa la izquierda radical).  Rousseau siempre ocupará un lugar muy destacado en la filosofía moral.
La biografía de Rousseau está surcada por hechos repugnantes o poco encomiables.
Se deshizo de  sus cinco hijos  abandonándolos en la inclusa. Intentó por todos los medios ser músico, sufriendo mucho por no lograrlo. Trató a los enciclopeditas, Diderot, el barón de Holbach, D´lambert… que no le aguantaban, y se puso bajo la protección  de una dama que le mantuvo..
La gran idea suya es la de la mismidad, considerándolo como un acontecer ocasional de carácter discontinúo. Que es desde luego de gran luminosidad, no así su desarrollo, toda vez termina en una suerte de panteísmo, o disolución en un  todo que es uno mismo, para quien lo externo ya es azaroso. Contra la sociedad pero también, como es lógico, contra la sociabilidad.
Si el concepto de mismidad es luminoso por su extraordinaria contingencia y fluctuación, no lo son ni su idea de la propiedad y aún menos la de la naturaleza bondadosa pervertida por la civilización. Enemigo pues de la civilización como sustancia, ha sido padre indirecto del romanticismo
Pero sin duda lo más deletéreo y criminal de Rousseau es  su concepto de voluntad general –no susceptible de escrutinio y democracia-, cuya representación meramente conceptual auto atribuida legitima todas las atrocidades.
Una pérfida organización terrorista rusa del S XIX -cuando el vesánico maridaje de terrorismo y nihilismo-, se intitulaba  Voluntad del Pueblo.
Los  crímenes más apocalípticos siempre se ejecutan en nombre de una gran causa, por supuesto muy abstracta.

 

1 comentario:

Anónimo dijo...

libertad +, libertad-,
se vislumbra Berlín

¿ nos adelanta sus argumentos de casino?

salu2 edh