jueves, mayo 02, 2013

Al respecto


Las Palmas ha resultado ser  tierra de promisión. Dos inolvidables visitas en un año, amigos, acontecimientos sumamente interesantes, mejor conocimiento de ámbitos intelectuales y  posiciones  críticas, voces discordantes y combativas, desdeñosas  de los estados de opinión fáciles, trasnochados, sudorosos.
En la capital natural visitamos la librería de viejo que tenemos localizada, me proveí de Blas Cabrera (artículos de la Revista de Occidente) y Fray Lesco (editado en 1954) en cuanto a literatura canaria, y de un libro del Sáhara que ya tenía a pesar de dudar si lo tenía, y de una novela sobre el Sáhara (pensé, desde el comienzo, que había que leer ficción, porque  es parte del metarrelato. Si este se da en libros históricos o documentos periodísticos cómo no se va a dar en la ficción, con más motivo). 
Ahora  guardo los libros  que voy pillando de la zona. Mi puente de estos días ha tenido como fin la improductividad  más productiva, quería cortar con el trabajo y darme un descanso psicológico y físico. Al final soy lo bastante neurótico como para sustituir una actividad nada relajada por otra  igual de absorbente. Hago lo que me evita un desasosiego mayor, de entre dos tipos de ansiedades: no hacer nada o sumergirme en temas, elijo la más benigna, como  un santo grial, una utopía, si bien lo sublimo a buenos fines. Con todo el tiempo que he perdido en mi vida… (de joven que es cuando hay que perderlo).
El martes a las 12  empecé el puente, de milagro. Compré más libros canarios   y pillé una joya sobre Emeterio Gutiérrez Albelo. Conversando con el librero te haces la más exacta radiografía del momento literario en la isla del surrealismo más puro. Como en Las Palmas con muy ilustrados sobre el Sáhara.

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