domingo, marzo 31, 2013

La soberbia literatura de Alexis de Tocqueville

El viernes  santo transcurrió entre la reunión  de nuestra asociación de amistad con Israel y la subida a la Laguna (algo tarde, ya que departíamos muy a gusto). Cuando llegué ya no quedaban procesiones –carezco de toda devoción- , antes subió XY, fuimos hasta el Cristo, recorrimos la ciudad como si lleváramos chándal que no tenemos, vimos mi nueva sociedad,  todo cerrado. Pides queso,  y queso curado con aceitunas y  ajos de frasco, y lechuga central a tijera: ¡La (santa) hostia!
 


Me pareció que la Laguna está perdiendo su patrimonio Unesco, o sea   los progres. Lo mismo están en  Corea del Norte para ser utilizados de proyectiles antiimperialistas. He visto entradas raras en este blog y ha resultado que les han colgado a las juventudes de Izquierda  Unida (esa congregación para la defensa del dogma y la vida inteligente en el planeta), en un llamamiento a favor de Corea  del Norte –yes-  mi post sobre Carrillo y Ceaucescu, y me pinchan. Se chinchan.  
Antes, en la reunión del sanedrín hablamos de Israel y de Ratzinger. Mi hermano reverberó. Saqué a colación el Discurso de Ratisbona, del que he leído un poco,  y el concepto que me dejó prendado para siempre de MINORÍA CREATIVA (Ratzinger), lo que supone invertir el papel de la Iglesia por completo: de mayoría establishment amorfa y del gran poder –constituido, a lo contrario.
Nuestra asociación también es una minoría (con mucha más verdad) y creativa. Funcionamos, nos reunimos y vamos a seguir haciendo cosas, hemos estado en los lugares en los que queríamos estar en el último trimestre de 2012, sobre todo.
Tiene una ínfima importancia pero la tiene. Somos minoría creativa. Para mí el valor “político” (ideológico) máximo depende  de los efectos  que un pequeño acto o iniciativa "audaz", imprevisible y descartada por el rechazo  a priori o el consensus gentium/masa, en su sentido más masa posible,  es capaz de adoptarse y mostrar. El efecto de ruptura de lo establecido, norma política intocable  es potente y categórico, es chispa, desacato, resulta que había disidencia, lo “otro”, minorías creativas, por lo que  claro que podemos rechistar.  Siempre cabrá la interposición –esta es la lección general-, la calle no es de ellos, es de todos. Hay sociedad civil y banderas libres. Lograr eso, es gesta.
Suspender mis macros lecturas literarias canarias –estoy excitado por todas  las ideas que van saliendo y voy elaborando- ha sido necesario  y han supuesto alguna tarde de verdaderas vacaciones.
Nuestro círculo de lecturas ex liberales, adoptó dos lecturas para la siguiente reunión: La  democracia en América de Tocqueville y la ética protestante del capitalismo de Max Weber
He releído esa joya literaria que es el pequeño libro de Tocqueville “Quince días en las soledades americanas”, una narración imborrable y he encargado la democracia en América.
Tenía mal leído la ética del protestantismo y aunque casi nunca las hago, hay relecturas  indispensables. Con todas las vueltas que he dado en los últimos años a las diferencias entre los cristianos y sus distintas éticas y morales, dejaba pasar ante mis narices el libro axial de Max Weber. A ver si se animan las juventudes comunistas atómicas (hispano coreanas)...

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