martes, octubre 23, 2012

Hitos cotidianos/ mi hermano héroe

El sábado fui a mi quiosco de fin de semana, que ahora  llevan unos colombianos, en el sector popular de mi zona, a comprar El País y ABC. Al tratarse de extranjeros, he exiliado de mí la apariencia hosca y adusta que habitualmente me adorna, y ya he entablado conversación  con ella. De Cali, Colombia,  pues me pongo hablar de mi hijo que por trabajo viaja al país.
-Lo mejor, la comida: el ceviche – le digo.
-No, no, eso es peruano, usted no ha probado la cocina colombiana.
El sábado estaba el matrimonio colombiano, que no está muy ducho en el despacho de mercaderías, francamente, y una nativa. No hago ni medio intento por hablar.
Los colombianos ya saben lo que compro, pero aun así les pido El País y ABC. La nativa se ha puesto colaboradora e interviene. “Es ese, el pequeño (estaba buscando el ABC): este es un hombre pluralista: los dos extremos”.  Y me mira buscando mi reconocimiento. Yo me hago la turbada: adolescente de doce años a la que le están saliendo los pechos que  ha detectado una mirada lúbrica.
Que me quedara sin habla  me pareció normal, pero no que de allí a casa pensara todo el rato en la frase y no se me ocurriera absolutamente nada. Como el vacío de Gauss o  aun máss.

De esto hace también poco tiempo. Un poco  más abajo está el taller donde  desde agosto tengo las pinzas para cargar la batería para que me las soldaran. Nuevas, pero no operativas.
-          Hola, vengo a pagarte la carga de la batería y a recoger las pinzas que  me soldaste. Y ¿cuánto es?
-          Dame…. …. ….. 10
-          ¿La matricula?- me pregunta a continuación.
-          No sé, nunca he sabido ninguna, pero  creo que esta  tiene una B (luego lo verificaría: confirmatorio)- No fuera a rubricar la pésima opinión –son muchos años, si no tuviera gafas pensaría que no sé leer- que tiene de mí en materia cognitiva.
-          ¿El coche?
-          Un Renault
-          El modelo, no lo sabe.
-          Sí, sí lo sé: un Megane- le sonrío, para mis adentros “te jodes”.

El viernes acabamos mi hermano y yo en el Parra, donde él  es tratado como  una persona muy   carismática. El Parra rezuma ex clientes de mi hermano –ya van dos veces seguidas-, que  le tratan como  a un héroe, incluso le invitan a Tía María. Es tan popular que nos vimos inmersos en un círculo de gomeros de pura cepa. Porfiaban del papel de Juan el Bautista y Juan el Evangelista. Uno dice uno, el de la villa el otro.  Mi hermano pone la historicidad. El serio, que es de la Villa y legañoso -los de la Villa resultan ser  “legañosos”-, según el de Hermigua, insiste en el Evangelista.
El serio (es un cotidiano del Parra) asevera pasado bastante tiempo de concentración, durante el cual  nos tiene en ascuas,  que Juan el Evangelista dijo algo así “lo que vale es el AMOR, ¡con mayúsculas!”. ¡Oh cielos, qué genial! después de esperar exhaustos  el testimonio evangélico.

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