miércoles, agosto 15, 2012

Ante la Casa Blanca

Un día de finales de julio a media tarde observamos  una concentración de un grupo numeroso de personas ante la Casa Blanca, por lo que decidimos acercarnos. Sí, pasaba algo. La policía como  acostumbra, con unas cintas, como las de las entradas a facturación  en los aeropuertos, había delimitado un espacio no excesivamente grande, en el que se veían vehículos policiales y un par de furgones pequeños. Un periodista situado ante las verjas, dentro del recinto acotado, informaba ante la televisión. No había muchos policías pero sí con uniformes diferentes.
La policía cuando acota un espacio ante la Casa Blanca con la misma celeridad que lo hace lo deshace. Muy profesionales.
Comprobamos que era una concentración de VIH, en nuestro hotel de Dupont Circle había alguno. Quedan los restos de la concentración, que parece que ha sido numerosa. Un policía se afana por retirar de las verjas carteles, flores, cintas y demás exvotos.
En un furgón que parece de surferos antiguos por el tamaño, le meten a un gay mayor esposado que con traje corea consignas con los que estan fuera del recinto. Lo hacen  con total pasimonia. Creo que un doctor les ausculta antes de entrar. La concentración ha sido  por el SIDA.  El resto de los policías hablan entre ellos como si fuera la hora del café.
Una señora entrada en años  de cabellera  cenicienta lleva un pin que reza así: "el capitalismo es un crimen". Que se lo diga a miríadas  de chinos , europeos,  emergentes o los millones de  potenciales emigrantes del mundo, lo criminal que les parece el capitalismo. Están deseando coger las pateras  para desembarcar en Cuba o en Corea del norte.
En una de estas, el policía que esta recogiendo pancartas, carteles, flores, cintas y demás exvotos y que los había metido en una bolsa grande se acerca a los concentrados que aún permanecen y  les entrega sus útiles, y estos nada ariscos los aceptan.
Esa imagen la comentamos, ya que apela a un mundo de derechos civiles, libertades públicas y  unas pautas de comportamiento extraordinariamente cívicas y naturales, sedimentadas por una determinada cultura  democrática  jamás interrumpida. ¿Habrá  diferentes culturas políticas? Nos preguntamos. Los que más experiencia y conocimiento tienen de ellas serán seguramente los que  más tengan que decir, tal vez  dirán un nombre, un pecado, a lo más. Con esos no es aconsejable otro lenguaje que el del mus, aunque sobrarían señales.

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