domingo, julio 22, 2012

American Airlines me invita a una cerveza

Debió deberse a mi simpatía personal, mi forma de ser o mi manera de vestir. Ocurrió  en el vuelo nocturno Miami- Washington en un Boeing 737, cuyo techo alabeado  por  huecos horadados  dibujaban largos   semióvalos que  contorneaban líneas de luz indirecta, salidas de debajo sus bordes.  Con el resto de las luces componían  auténticas sinfonías cromáticas del más puro ambiente chill out.  Estábamos aún sin  despegar y el sistema lumínico lucía rosa, arranca y se puso azul ultramar,  cogimos 3.000 pies y se metamorfoseó  en verde esmeralda.  Desde la cola mirabas a la business  class y parecía una terraza mediterránea, un belvedere azul  celeste con puerta y elementos geometrizantes.
¿No nos habremos equivocado de vuelo y hemos cogido el de La Vegas? El pasaje lo componían  muchos afroamericanos  (tipo negro)  y muchos hispanos (de hecho Washington es el  mayor suburbio de El Salvador),  que alguno se hacía fuerte en los asientos de ventanilla. Llega un cubano, de constitución  optimista y considerando a EE.UU extensión de Cuba,  su parte continental, le cambia a una chica negra  de gafas el asiento y le ubicó, con el cambiazo,  la bolsa de mano a cuatro filas para allá, mientras que la novia cubana,  también rebasados los 60, le traducía del cubano al inglés a la desalojada You seat down, You seat, no problem. Fue emocionante asistir a aquella revuelta de fogosidad cubana dando los últimos coletazos en el  furioso  desparrame hormonal de la senectud.
Nosotros nos mirábamos, todo esto es por nosotros, venían hasta un matrimonio amish salidos del XVII, sin duda   heresiarcas expulsados, supongo que de Pensilvania  que habían  sido capaces de sustituir  sus carruajes por el Boeing 737 Pero ¿quién era el único anglosajón, el puro  WASP, white anglosaxon,protestant, si es que lo había? Pues el típico redkneck  (Cuello rojo, así se mofan de los agricultores brutos del Sur de EE.UU., algo también políticamente incorrecto, que tampoco puede decirse) salido de alguna gasolinera de Carolina del Sur o de una plantación de  Georgia. Medía  3 metros y se había atornillado la visera a la cabeza
Le pido  a una azafata una bier. ¿Una cerveza? Yes. Es  hispana, como todos los que no son negros. Saco un  fajo verde de dólares para abonar la cerveza, el alcohol  paga, para desconsuelo espero del salvadoreño que decidió “para que vayan juntos ya  me siento en la ventana “, que era mía y de donde quería ver Washington de madrugada, y lo hizo, como si fuera una solución de combinatoria, la única.  Su hijo y la novia trataron de hacer lo mismo a una afroamericana, pero claro, no sabian que con los americanos esas tretas no funcionan, si ese es mi asiento yo me siento en él o avisan a la azafata, y les salió mal.
Como eran las 5 horas en mi reloj y llevábamos ya casi 24 horas de viaje  tras  dormir la noche anterior tres horas, pues una bier para mi, cerveza para los americanos.
L a azafata que refutaba mi ingles, y ponía cerveza donde yo decía bier, empeñada en omitirme desdeña mi fajo de billetes verdes con el que pretendo pagar la cerveza-bier. El desprecio de los americanos por el dinero es ya enfermizo,  solo confían en el plástico, un material despreciable e innoble. (Y los amish se suben a los aviones sin sus caballos, ¡qué América es ésta!). Como el dinero es materia corrupta, o tarjeta de debito o crédito, saco una y me  digo que sea lo que Dios quiera, y no pasa. Le digo a la azafata “no sé, acabo de entrar en el país y no sé muy bien como funcionan aquí las tarjetas, igual no están activadas”
…”. Glub .
-no, no, es la maquinita que es perezosa. – dice la azafata. Pues la tarjeta paga.
En la radio, ya sobrevolando  territorio de la Unión, dejada atrás la Confederación, “abróchense los cinturones  por turbulencias” en español. Me siento como en Barcelona, igualito que en la patria de la butifarra ahora en quiebra dolosa,  la patria, donde se practica a lo grande el apartheid étnico y cultural, con una discriminación directamente gubernamental sobre un idioma propio y mayoritario.. Debo haber cambiado no ya de continente sino de galaxia. Es evidente quienes están escribiendo todos los manuales de la infamia, el mal gobierno, la discriminación  son castas  de modelos político- económicos quebrados, volados por la historia. Arruinados. Quién se fije ya  en EE.UU notará mil signos de por donde va el progreso.
Viene la azafata a mi asiento, y me dice ¿Quiere otra cerveza? Esta se la regalo yo?”, y como según mi reloj estoy ya  en horas de desayuno le digo que no. A mi me gusta pagar.

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