domingo, mayo 06, 2012

La vertiente amarga del domingo en el exterior



Por culpa de mi carácter pusilánime y excesivamente complaciente para con todo el mundo –siempre estoy a agradar, como si fuera alguien despojado de criterio-, hemos ido a comer fuera, al único lugar que soy capaz de soportar. He contraído un estrés digno de combatiente de infantería de marina de la II Guerra Mundial: más de 2 horas de domingo invertidas en comer, mirar y lamentar mi falta de juventud para irme sin pagar. La pesadumbre y los autorreproches se acrecentaban pensando que en el coche me esperaba  todo El País dominical y todo el ABC dominical, que ni me interesan y apenas leo, más su revista “Hoy Corazón” -lo único que leo con fruición-  gracias a que  mis kiosqueros me la endosan sin pedirlo.
Así las cosas, la sutil línea del Sáhara ha resultado seccionada y otras líneas que pretendía seguir. Menos mal que se aproxima el lunes  pleno de  virtualidades realistas.

Decía Schumpeter en los años 30 del siglo pasado, desde su tribuna de Harvard, a cuenta del carácter cíclico de las crisis económicas, atribuibles a la aparición de innovaciones, que aquellas eran duchas estimulantes, así viviré la mía propia de fin de semana, de igual forma. Renacido, afrontaré la semana que me provee de entidad, función y presencia tangible. No de metafísica.  
Ayer sábado no estaba todo perdido. No tenía ningún libro nuevo del Sáhara pero podía intentar recoger la magra cosecha de la siembra de las semanas pasadas. Subí al estudio de escritura con los últimos libros de Al Ándalus, Marruecos, Mauritania y Sáhara.
Volví a mi gran cuaderno de notas y planos sobre el Sáhara y me puse a tomar notas y organizar genealogías bereberes básicas, pero a la vez y sin querer, a escribir. Los libros estaban acribillados por flechas, fechas, notas, datos, subrayados…
Que no esté escribiendo libros de historia no significa que no la necesite para enmarcar mis ideas. Lo que suponía  se cumple. Si quieres conocer un país has de conocer los de alrededor y su área cultural.  Del libro sobre Al Ándalus he recogido información fundamental en cuanto la organización social centrada en el linaje frente al espacio. Por la idea del espacio de los hombres del desierto me pelee con uno, que solo hablaba de la resolución 1514 de la ONU como un papagayo. Le quité el habla por enteco y gris.
También es muy importante conocer cómo se es visto por los vecinos, y qué compartes y te separa de ellos. Cosas que para las miríadas de simpatizantes de los festivales y caravanas del desierto no tienen la más mínima importancia. Les solaza más una puesta de sol que llevar  encima del televisor, acotada por  un portarretratos étnico-artesanal.


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