martes, mayo 08, 2012

El tremolar de nuestra bandera común francesa


Cuando Obama ganó la presidencia de EE.UU., aquella ministra soez proclamó ante la humanidad que una nueva conjunción planetaria: Obama y ZP, iluminaría  al nuevo mundo.
El triunfo hiperbólico de Holland será  reducido a realidad antes del verano. Es una pugna de metafísicas en la que sólo está en  debate el ritmo de reducción del déficit y la pequeña holgura de la austeridad. No hay más en una  Europa macilenta, arrugada y decrépita, pero soberbia y fantasiosa, que sueña con convertir al mundo con su ejemplo (que es incapaz de mantener). El mundo no parece entretenerse en el platonismo de  la contemplación de  modelos, antes al contrario parece  imbuido de un realismo terrible: 6.000 millones de seres humanos  tratando de sobrevivir al día a día en condiciones de mayor dignidad. Este es el problema de Europa: su dimensión absolutamente planetaria. La ministra soez, a pesar de todas sus insuficiencias, tenía  en parte razón, aunque muy involuntariamente.
La izquierda francesa y española ha vibrado con el tremolar de la bandera común francesa. Una mayestática que trata de ahogar los datos  del mundo  objetivo. El devenir de la izquierda por la estética de las banderitas quintuplicadas, las pasarelas de modelos gubernamentales y el eticismo exaltado de su falsedad moral, su hipócrita superioridad moral, es decir, su afección enferma al conjunto de los mundos de las apariencias, lo vamos a pagar caro: están dejando el camino liso a la Bestia.

No hay comentarios: