martes, diciembre 06, 2011

El periódico "malo": EL DÍA


Solo compro periódicos nacionales y lo hago a diario. Alguno local hojeo por internet. El sábado en la peluquería únicamente tenían  El Día y lo cogí. La página de la editorial tenía mucha fuerza, hay dos columnistas de peso, a los que  tildarlos  de correctos o melifluos sería inexacto e injusto. Más bien de todo lo contrario. Las dos  páginas siguientes parecían tribunas en coherencia con lo anterior. En tiempos pasados  la prensa era insustituible, el lector era tan fiel a la suya como a los colores de su equipo de futbol. Esa impresión podía causar  El Día.
El periódico “malo” es como si hiciera todos los días un taller  –con propósito de  ensayar efectos, repuestas, interrelaciones-  de lo verdaderamente orientativo en el periodismo actual, y de paso de lo baldío, de líneas propuestas aunque se puedan contradecir, de polémica y curiosidad creadas, de liderazgo marcando debates y sobre todo posiciones. Supongo quien va  ganando.  El que ha creado el debate y la pugna es el que fideliza lectores. El mercado abstracto y amplio no existe ya. Buscar representar a la opinión pública mayoritaria ya no se puede asentar o encauzarse por la prensa tradicional, queda fuera y se dispersa por multitud de fuentes
El asunto de las editoriales de El Día no me interesa nada, escribí sobre ello en la prensa a cuenta de una que leí, a lo que me volví a referir  también en un libro. Nada más que alegar, ya que  no es ese mi motivo de reflexión. Ya se encarga de ello la ciudad-mundo (parodiando a Wallerstein).
No sé hasta qué punto se toma en serio sus editoriales el propio periódico, empezando por los columnistas.  Racionales, críticos, analistas nada crédulos ¿al servicio de ideas tan extravagantes?  No se estarán algunos divirtiendo por la ola impulsada. No excluyo otras intenciones, más vitales y comerciales, incluso profesionales.
Ya desde antes de que dejara de escribir en prensa, me interesaba mucho,  no habiéndome interesado nunca el  periodismo, el futuro de la prensa escrita. Lo más interesante y clarificador que leí fue una entrevista al director de The Guardian. Este periódico iba viento en popa tanto en digital como en papel. La fórmula era relativamente sencilla, hacer análisis o artículos de profundidad, críticos, distintos atendiendo a ese público que busca una línea definida de  opinión y periodismo. A un nuevo lector de periódicos, potencialmente ubicuo que encuentra las mismas noticias en todas partes, que hay que retener y ofrecerle claves más complejas y profundas.  
No es casualidad que los grandes periódicos hayan encriptado los artículos de opinión o determinados reportajes. Como si solo fuera ése su patrimonio relamente valioso.
Pareciera  que el “periódico malo” hubiera desarrollado la réplica del “periódico bueno”, una prensa reactiva que recogiera los restos que la acción del “malo” pudiera dejar y generar.
Así como a la prensa "mala" le veo algo de futuro,  a la "buena" no le veo, y creo que lo puedo razonar.
Lo más fiable para ponderar, antes de qué medios pueden quedar en el futuro, es cuál es el lector que va a permanecer leal a la prensa escrita. No parece que vaya a ser el generalista, seguidor de la misma información que puede ver en los telediarios o la que en una digital comarcal o sectorial  pueda encontrar el particularista. Sin necesidad de referirnos a twitter y blogs.
Creo que no es arriesgado  aventurar que ese lector no será afecto a prensa que pueda encontrar en la consulta del dentista: generalista, suave, comedida, amable, neutra, “del lado humano”, apacible, integradora, que es el periodismo más fácil de hacer, se sirve por acumulación y por hacer más roma, asequible, amable la información, que guste a todos cuando en el mercado de prensa escrito precisamente no van a estar todos, sino muy pocos con gustos muy predeterminados. Esa es la enorme contradicción.  El ideal, el paradigma o marco es el contrario al tomado en cuenta.
Un periódico no `puede ser un parlamento de papel que pretenda acoger y englobar a todas las “sensibilidades”. Porque por  el mismo prurito se  vetan a  las  chirriantes, disolutas o provocadoras. Lo que de original y singular puede tener el medio. Su faz. El Día lo lleva a rajatabla. Donde todos deberían mirarse.
Tampoco debe recuperar  a todas las primeras espadas, porque estos se anulan entre si y se difuminan, y tapan a los que ya estaban. De manera que parezca que se estén leyendo todos los periódicos o escuchando todas las cadenas. Saturación, indefinición, demasiado fácil, mercado ideal, irreal completamente.
No se debe confundir la disidencia con las opciones más moralistas, porque se sitúan en un nivel de inocuidad política  e ideológica absolutas, que se agotan en su expresión sin mayor otro alcance.
El modelo Gabilondo, que a mi nada me gusta, hay que saber entenderlo y no quedarse con el envoltorio.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La prensa se lee ahora más que nunca, claro que digitalmente. El papel ha bajado y seguirá bajando a medida que las tabletas se extiendan. El papel tiene pinta de que perviva unicamente en los gratuitos de las grandes ciudades; y en los periódicos locales de forma semiartificial gracias a subvenciones o a que forman parte de complejos de empresas de comunicación. Leo el DÍA en los bares y en Internet; dicen que sus editoriales son absurdos, no lo sé llevo años sin leerlos desde que empecé uno que parecía escrito por un demente alejado totalmente de la realidad, por una especie de Sabino Arana del atlántico.
¿Comprar un periódico? Nunca desde que uso los folletos de Saturno para el fondo de las jaulas de los canarios
Salu2, EDH.