domingo, agosto 14, 2011

No sabía yo que viviera en el campo


Durante décadas hice caso omiso a la naturaleza que estrangula mi casa. Y actué como si fueran los seres más irrelevantes del mundo los árboles, las plantas, el césped, los ecologistas… Era entorno, exterior, lo circundante, la naturaleza ciega y hostil, sin acordarme que parcialmente y mientras hice los cursos de doctorado en filosofía fui más o menos schellinguiano. O heideggariano primero y luego de Schelling: Osea de natura naturata y natura narturans. Ni sé ya. Mi soberanía solo llegaba a la parte de dentro de la casa.
Hace unos días unos paisanos míos -pusimos el jardín con mesas y sillas que parecía Marbella, del estilazo que tenía- nos dijeron, estaréis todo el día fuera, leyendo, comiendo... A lo que contesté: jamás, esto no es Bilbao ni Marbella, yo soy transeúnte y por el césped paso al trote.
Los cortadores de césped para mi han tenido de siempre muy mala prensa, siempre los he considerado felices. Y los felices son gente que yo no aprecio nada, es la peor especie, tras los progres, pacifistas y ralea asociada. No tuve que luchar para no serlo, porque estaba inscrito en mi visceralidad. Los felices son simples y satisfechos, aburridos, a los que les gusta limpiar el coche, ir a todas partes con su mujer, hacer que cocinan, atender a las suegras, cenar con amigos en parejas de a dos, hojear catálogos de lo que sea, ir a IKEA, regar las plantas. Son como mujeres pero sin su perspicacia, intuición, inteligencia emocional, visión profunda de la vida y personas, sentido del humor y para cuando tú vas, ellas ya han vuelto. También hay alguna subnormal entre ellas, lógicamente
Como soy extraordinariamente viril pero muy femenino, detestaba a los impostores de la felicidad. Yo que fui bastante atormentado, angustiado y neurótico –para acabar sosegado, oriental, muy productivo, atento, divertido (siempre lo fui)-, me he divertido millones de veces más, en cualquier ambiente por cierto, incluidos los más aburridos conocidos, que el conjunto de los felices.
Todo este preámbulo para indicar que hace un mes descubrí que vivía en el campo y que… corto el césped. Mientras maniobro con la cortadora he pensado que quizá nos convendría tener algún animal herbívoro y voraz, la gata es carnívora.

1 comentario:

campanilla dijo...

Nunca se puede decir de esta agua no beberé, ni este cura no es mi padre...así que ¡ale!, a cortar el cesped, ya me lo veo plantando tomates en un "rinconico" del jardín, pero que sean con el label vasco, eh? ¡exquisitos! saludos.