domingo, mayo 01, 2011

Mi hermano en Filosofía, luz y oscuridad


El viernes a la tarde fuimos congregados por mi hermano en el salón  de grados de la Facultad de filosofía, cuyos alumnos tienen muy desarrollado el sentido práctico -parecen economistas, ingenieros o abogados- por lo que si no hay créditos no hay tiempo extra de escucha. Hace unos años podían haberse hecho psicoanalistas lacanianos, que salían teóricos inmensos los de filosofía, y adinerados. Aunque llegaba un momento en que se hundían por falta de palabras y conceptos.
El profesor ontológico que no funcional, mi hermano, desplego su audio visual y su español volvió a refulgir en una  Guajara devenida senatorial y patricia.
Hablar de Wagner y el nacional socialismo anula cualquier eventual "discurso del yo". Y eso es de agradecer. Los "discursos del yo" son los propios de narradores y poetas: un discurso sobre uno mismo construido en las alturas  de uno mismo. La profundidad, contenido, interés… suele ser más bien muy escaso, con coloquios sobre lo denotado o con sugerencias sobre lo evidente enriquecidas con elipsis y soliloquios que lo abrillanten, enmascarando su planicie. Si fuera una dieta sería de purés y yogures.
Mi hermano sacó su ontología orteguiana y su puesta en escena wagneriana, al punto que se puso música de fondo. ¿Cuál de los dos es Wagner? se preguntaban los menos  avisados
Ay, pero cuando quiso hablar de Alemania y el romanticismo alemán… resultó un oportunista extraviado por Tribschen y Bayreuth, que no hubiera hecho otra cosa en la vida que tomar cervezas y comer salchichas, aquello que deploraba Nietzshe en los seguidores del Maestro , y que el conferenciante citó. Un alemán plebeyo y dialekt (en su par de antinomias esenciales). Sí, completamente.
Ofendió a casi todo el mundo, empezando por la propia Alemania, injurió al S XIX alemán en su conjunto, culminó su cadena de afrentas con Lutero a quien  se atrevió a hacerle un hueco (indirecto) en el ¡XIX!, pero sin reconocerlo,  tras darle una partitura falsa de Hochdeutsch. Maritó a los románticos con el clasicismo saltándose la cultura del Classicismus… Sólo le faltó envenenar ancianos y mutilar niños.
Logró que me sintiera alemán, lo que no es nada fácil para un judío, y ataqué, tras amenazar al aforo con una  pregunta tesis, que nadie  se hiciera el desentendido como sin embargo ocurrió.
Un señor advocat, perteneciente a un gremio que no es inmensamente interesante, ni infinitamente ilustrado, me reconvino  como embajador de todos los formalismos procedimentales con: “yo haré preguntas”, dirigido a mí.  Quería poner orden, método, procedimiento, traje gris y sistema que es con cuyas condiciones alguien les puede escuchar algo, no necesariamente agudo e inteligente. Lo bueno del derecho para ellos, es que es muy igualitario dando ocasiones de intervención  a todos por igual, porque si tuvieran que ganárselas ellos por sus méritos…
Evidentemente no hice el menor caso al mundo chato y mate, por lo que proseguí en mi línea de espectáculo y  disputa teológica intelectual.
Mi hermano entiende muy bien a Wagner, siempre dentro de ese mundo cómodo de sus categorías y esquemas que le atan al mundo como Ulises al mástil, pero lo que no entiende es el romanticismo alemán, ni el nacional socialismo, de lo que ya le advertí con antelación.
Hay un entronque del romanticismo con el nacionalismo alemán primero (que ni lo  citó) y finalmente con  nacionalsocialismo, que mi hermano ni lo intuye.
El carácter profundo del pueblo alemán puesto en realce en el XIX – al revés del francés de pelucas, caras empolvadas, bailes y sofisticación-, los llamados de las voces ancestrales, los rumores de sus bosques y su latido, el espíritu alemán infundido de nobleza y virtud, elevado por su hondura, el Volkgeist que se despliega como el águila de su escudo, la ideas de comunidad o colectivo especial, viril, heroico, valiente, como las sagas de sus dioses y estirpes  solares, Odin , Wotan... dioses para un pueblo guerrero, arriesgado, henchido de vitalidad y energía,  sagrado  Blut und Boden” (la sangre y el suelo, la tierra), un pueblo que armoniza sus condiciones guerreras con la máxima expresión de la poesía. La poesía que solo los alemanes han transformado en filosofía,  la relación de inmanencia con la tierra y el pueblo de una misma sangre, cuya voz  han dignificado los poetas.
Guerreros y dioses guerreros, poetas que alumbran y se funden con los filósofos y que sus filósofos siguen como los griegos, y simepre el gran  actor: el pueblo alemán, el pueblo genial y peculiar (Herder) fuerte y bárbaro, desbordado de  energía que luego perpetuaría el Sacro imperio romano germánico hasta el XIX.
Por si alguien no lo ha notado el nacionalismo es invención de ellos.
Walter Benjamin ya nos habló de la estetización de la política a cargo de los nazis.
Wagner es un arista, un músico y un dramaturgo y un ex revolucionario juvenil. Luego hemos de dirigirnos al arte y la estética para su intelección y comprensión, y al nacionalismo. Como arte ahonda y remueve emociones, sentimientos, representaciones, anhelos, imágenes primordiales, arquetipos, ideales…
Bien, Wagner arroba, dinámico,  fluyente, denso, arrollador, grandioso, épico, exaltado, arremolinado, enérgico, coral, impetuoso, idealista y puro, genesíaco… Wagner retumba y las fanfarrias y el metal estimulan a lo más heroico y henchido, es una convocatoria colectiva, comunal, de puesta en pié. 
Wagner incluso  es el pueblo alemán desbordado, al  comienzo de una epopeya o  en su transcurrir. ¡Cómo lo iban a ignorar los nazis…!
El historicismo alemán recomendaba tener en cuenta la vivencializaciónd e los fenómenos históricos desde dentro, que tampoco compareció.

3 comentarios:

Ramón Herar dijo...

Me habría gustado ir por allí también. Fue un inesperado cambio de rumbo, uno aveces es así de veleta. ¿Venderán el dvd interactivo del evento? Estaremos pendientes.

Jesús Castellano dijo...

Faltan los capítulos del pueblo: Bakunin comiendo como un cochino y Wagner aliado con---¿cómo se llamaba aquella? El filósofo alemán que nombran ustedes, tengo que leerlo, me parece que tiene razón, pero con luz y sombras.

Lobo dijo...

Cosas como esta habría que repetirlas más a menudo.