jueves, marzo 17, 2011

La fusión de las metáforas (1)

Los aullidos desgarradores, de tener que pasar por la mitad de la experiencia absolutamente dramática de los japoneses, de toda América Latina, España (y la Europa católica) o el mundo árabe serían tan lastimeros, agónicos, apocalípticos que el mundo sería un estruendo tan pavoroso como el tsunami que asoló Japón.
En Japón se ha descubierto al otro, el multiculturalismo no folclórico ni de chirigota ni de safari fotográfico en busca de especies tribales, como en aquellas escenografías y feria de plumas y tam tam del Fórum de Barcelona, punta de lanza del medievalismo progresista español: zafio, hipócrita, ignorante e inculto, dado a la afectación pública de apariencias morales, mera continuidad de lo hidalgos españoles de misa mayor, paseo por la calle real tras ella y casino, del que constituyó escaparatismo mundial la Cataluña del tripartito.
El multiculturalismo progresista de stand de feria, trajes típicos coloristas con los que bailaban las ministras progresistas casualmente siempre que pisaban algún país africano muy selvático, la folclorada de turno y la degustación de plato típico, eran, dada la capacidad cognitiva, ética e intelectual de los rectores progresistas, una mascarada al gusto de un consumidor multicultural plano, alienado y superficial y en torno a escenografías folcloristas más torpes que las de los coros y danzas de la Sección Femenina franquista.
En Japón hay una cultura milenaria llena de contención, exquisita sensibilidad, sentido de comunidad, responsabilidad individual y colectiva, entereza, espiritualidad y pureza de líneas estéticas y morales, sacrificio, disciplina, coraje y templanza, recogimiento…Otro mundo de representaciones esquivo a cualquier comprensión de los consumidores de manuales y ofertas multiculturales de una izquierda en extinción, entregada, en su inexorable declive,  a los arrebatos estéticos y morales más pedestres.
Japón llora a sus muertos sin atrezzos ni liturgias barrocas, ni claroscuros provocados, en Japón no ha habido saqueos, sino entereza, heroísmo y responsabilidad social extrema.
Carod Rovira, en ese gran juego institucional al misionero y el salvaje, nos deja  este acto fotogénico del paradigma paternalista, consumista, eurocéntrico y post colonial, fantoche, impostado… de la afectación solidaria de... esto....progreso.


1 comentario:

Jesús Castellano dijo...

Por supuesto, no habrá mañana ninguna foto en Tokio de tal flotillero.