domingo, enero 16, 2011

Vuelvo a tener Dios. Se llama Cormac McCarthy

Un Dios solar y guerrero, pagano, el último eslabón de una estirpe o saga extinta y apocalíptica, un Dios que nos llama a renacer, un Dios fronterizo.
Alguien me  trajo un libro de él  para Reyes desde Estados Unidos, editado por Vintage de Random House Mondadori, que forma parte de los los típicos libros que se ven en las grandes superficies e instintivamente se desprecia, como a la editorial, aunque sea Random House. Si de estos libros se surten las grandes superficies, cuando quizá con el tiempo venzan a las librerías en la competencia por constituirse en los grandes puntos del comercio de libros, la pérdida no será tan terrible.
La persona que me lo trajo, graduada en literatura inglesa por la Universidad de Nueva York, NYU, y que había trabajado en esa editorial en aquel país, ya era una garantía.
Comencé a leer La Carretera, y necesité un par de páginas para saber que estaba ante una obra maestra y que tras ese libro, le seguirían otros de obligada lectura. Había otro más, por suerte
Cómo no daba crédito a lo que estaba leyendo acudí a google a buscar al autor y desvanecer una posible ensoñación. Quién es éste.
Mi venerado Harold Bloom, el gran oráculo post délfico, para empezar situaba a la novela Meridiano de sangre como la mejor obra de la segunda mitad del S.XX de EE.UU. Bloom considera a Cormac McCarthy entre los cuatro mejores escritores norteamericanos vivos con Philip Roth, Jim Tomphson y Don De Lillo.
Saul Below fue miembro de uno de los jurados que le permitió a McCarthy vivir fundamentalmente  de becas y anónimo hasta hacerse sexagenario.
La Desgracia de Coeetze, que encogía el corazón porque era estremecedora, no es nada al lado de La Carretera. Por lo que llevo leído de él, es el escritor de la apocalipsis, de las fronteras, de la naturaleza hostil, la supervivencia en el límite, la crueldad, la violencia, incluso de cierto espíritu americano tan vinculado a la naturaleza y la frontera y a la suerte individual intransferible.
Las gestas se viven como desnuda supervivencia, pero en ellas cabe la poesía inmensa, las repentinas iluminaciones y resonancias de las palabras, junto a los ángulos selectos, distintos, que configuran una visión única del hombre y la naturaleza: una mirada densa y estructurante. Un producto estrictamente literario, la literatura. 
Las descripciones de la naturaleza tan generosas, amenas y variadas tienen la medida exacta, como el tiempo y las acciones; los personajes, sus características esenciales, y la morosidad cansina, la distracción o el tiempo muerto no son ni pensables. A pesar de que la intendencia del escritor se nutra de una florida retórica y de juegos del lenguaje igual de subyugantes que sorprendentes, su uso será sumamente preciso y a veces, junto a la intensa vibración poética, se darán planteamientos literarios o de intenciones en registros distintos a la mera narración. El escritor narra, sí, pero también envía mensajes, y nos muestra otros planos, los de su propio hacer, su otra intención.
Cuando eso se consigue el artefacto literario nos ha abrazado por varios lados, y ha ganado ángulos y planos múltiples como una obra cubista. Obra literaria. Máxima dignidad.
Pero hay algo que una obra más que un libro ha de proponer y es un universo propio, una mirada y voluntad determinada perfectamente enfocada, haciendo un símil con la plástica no es suficiente valoración la iconográfica, es preciso la iconológica: simbolismo, imaginario, una propuesta de mundo y vida anudada a una experiencia singular y paradigmática.
Basada en la novela No es país para viejos de Cormac McCarthy se rodó la película homónima de los hermanos Coen, según me ha referido XY, que llevó a la familia Bardem a desmilitar durante unas horas en el saharianismo y otras causas- compromiso del progresismo intelectual español, en la entrega de los oscar… neoliberales digo yo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Como una estudiante de idiomas (varios a la vez, como ya sabes), he de destacar la imprescindible, aunque anónima, labor del traductor. Es tan importante su trabajo para poder interpretar fielmente en todo su estilo y percepción del autor que traduce.
Habia oido hablar de tu nuevo dios, empezaré a leerlo, ya sabes que soy una firmemente fiel seguidora y admiradora tuya. Besitos sureños. R.W.G.

Huma Heuschkel dijo...

Me alegra que te guste uno de mis escritores favoritos junto a Murakami. La carretera es absolutamente impactante y adictiva.
Te recomiendo otra novela suya: "Suttree". Espero que te guste.
Saludos cordiales y feliz nuevo año.