sábado, diciembre 18, 2010

Ruíz Soroa y los controladores

Uno de los articulistas españoles que más admiro es el abogado José María Ruíz Soroa, que escribe, circunstancialmente, en El País y El Correo de Bilbao. Sus artículos se caracterizan por su absoluta independencia de criterio, la originalidad de sus puntos de vista, claridad expositiva, rigurosa construcción argumental, sentido común e implacable racionalidad.

Como prestigioso jurista que es, siempre es interesante conocer la vertiente jurídica de las cuestiones que trata, especialmente lo relativo a derechos constitucionales. En esa línea va su último artículo publicado en los dos periódicos. En él nos alerta  del poder de las mayorías frente a los derechos de las minorías a cuenta de la huelga de controladores y el estado de alarma decretado, como su prórroga acordada en el Congreso. Señala que cuando la inmensa mayoría está de acuerdo en algo, más imprescindibles son los derechos de las minorías,  máxime, como es el caso, cuando es ínfima y está desprestigiada. Ruiz Soroa lamenta la militarización de los controladores, y su sujeción a la disciplina castrense, al tratarse de una cuestión meramente laboral, por tanto soluble en ese ámbito.


Evidentemente, tras esa premisa, el carácter constitucional de la huelga, son correctas todas las comparaciones que hace. Es decir si así también debería actuarse con camioneros, maquinistas de metro o recogedores de basura. Para él el derecho a la huelga no tiene más límite ni hay más responsabilidad que lo que disponga la legislación laboral. Se me antoja que la libertad de expresión, por ejemplo, está mucho más limitada por otros derechos como la imagen o el honor que el derecho a la huelga, que no colisionaría jamás con otros derechos. Así como el derecho de expresión cuenta con el Otro, el de huelga no,  y a quien no se atisba en derredor. Al no tener a nadie enfrente operaría prácticamente como un derecho absoluto.


Un derecho tan potente como el de la huelga que no tiene a ningún sujeto enfrente que lo pueda limitar, tampoco tiene otros intereses o bienes jurídicos que lo puedan condicionar. Como podría ser la libertad de desplazamiento de cientos de miles de personas, los daños casi incuantificables (materiales e inmateriales, particulares y colectivos) que lo ilimitado de ese derecho podría ocasionar, otros derechos laborales como las vacaciones… nada, este vigoroso derecho es un tótem. Sin duda.


Las nada libertaria izquierda española (la anarquista se volatilizó, y de la que la “Memoria histórica”, de manera muy alevosa, ha enterrado todo recuerdo) y la acomplejada derecha española que pactaron la Constitución Española concibieron la huelga de hecho como absoluta, bajo unas condiciones históricas, culturales, tecnológicas, económicas y un espíritu que nada tienen que ver con el presente, que por cierto, es con arreglo a ellas (las actuales) cómo deben interpretarse y aplicarse las leyes. Ya solamente el tráfico aéreo era ridículo. Es intelectualmente exigible considerar el desfase de contexto, la “diferencia radical de mundo”, por no rendir homenaje a los que con su lucha al comienzo el industrialismo consiguieron su reconocimiento, en situaciones imposibles de extrapolar.
No hay alusión ninguna a todo esto en el artículo, sino constitucionalismo formalista y con el que en el plano teórico estaríamos de acuerdo como formulación abstracta anti-empírica y ahistórica, lo que no deja de constituir una reducción del problema.
Tampoco entra Ruíz Soroa a considerar las características concretas de esa minoría, titular de derechos evidentemente. Una minoría que no hace honor a las demás minorías ni ínfimas ni menos ínfimas, habida cuenta su descomunal y excepcional poder fáctico (de hecho, correlativo y homólogo al estado de alarma), lo que obliga a tomar en consideración su realidad: minoría sí, pero oligárquica y ejerciente.
Habría un último aspecto para disentir y es que ahora se da la oportunidad única para plantearnos algunos debates y deberes teóricos abiertos y pendientes, tras años de silencio litúrgico. Y no cerrar el asunto con la aplicación de la legislación laboral. Otra legislación al fin a y al cabo. Pero sin debate, ni crítica, ni evolución.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Ha leído "El olvido de la razón" de Juan José Sebreli? Editorial Debate.Sin duda alguna, su libro de cabecera, absolutamente magistral.

lizundia dijo...

Por lo que he visto en internet, muy interesante, lamento no conocerlo pero lo remediaré mañana.

josep antoni pomal i gross dijo...

Lo de los controladores es una desverguenza y un delito, digalo Ruiz Soroa o su porquero.
= Ruiz Soroa: Es un delito.
= Su porquero: podria tratarse de una falta administrativa.