sábado, diciembre 11, 2010

El homenaje a Ernesto Delgado Baudet

Ha dejado un comentario Marisa al post de debajo de este, en el que dice echó en falta, en el homenaje a Ernesto,  algunas caras. Ella igual no los vio, pero en la misa de San Francisco si estuvieron Gaviño y Fernando Senante. Pero sí echamos en falta tanto XY como yo (lo comentamos de madrugada al bajar) a gente de una época y de algunas entidades. No solo ayer, sino en la misa de primeros de septiembre. En realidad, de todos aquellos no había ni uno solo.
Yo no entiendo mucho de clases medias ni de ámbitos o entidades culturales, mucho menos mezclados. Pero tengo oteadas como poco a dos (clases medias) y solo encuentro una diferencia: una podía tener trajes de sastre pero sin un sólo smoking, en cambio la otra tenía el smoking pero no los trajes de sastre. Nada importante: dos cosmovisiones. De las cuales, con todo, conviene salir corriendo.
Creíamos que Ernesto entonces y por aquellas entidades estaba casi mimado. Parece ser que si lo fue, aquel cariño se esfumó. La vida de Ernesto ha sido sumamente singular, la de un heterodoxo, curiosamente bastante más liberal que la ciudad que lo vio nacer, que tanto presume de serlo. Además se obstinó en no ponerse servicial con las estructuras, y eso que era muy dadivoso, como ayer se puso de manifiesto: muchos de los que leyeron poemas de él aludieron a todos los libros y películas que les regaló.
Ernesto, como si las estructuras y sus redes no existieran, anduvo por la empresa privada.
Como ya no queda nadie no avisado, ¡cuántos sueños rotos!, todos saben que cualquier homenaje sin canapés estructurales (obviamente no cuentan porque nada avalan), va a ser privilegio que se barrunta más bien totalmente esquivo. Esto sí se sabe, vaya que sí, y otra cosa sería algún (muy escaso) acto de condolencias recíprocas. Que es para lo que sirve la forma propia de la sociabilidad de cada lugar.
Sería el ambiente y momento idóneos para sobreseer repasos, celos, vanidades, inquinas, tal vez enormes frustraciones…
El homenaje que se le brindó a Ernesto fue a cargo de amigos y de personas que apenas le conocieron pero que admiraban su obra y la persona. Aquí Ernesto marca la diferencia como autor de culto que es. El autor de culto, lo es en su propio medio, y es así considerado por iguales y avezados, que no se limitan a despachar comentarios conforme a criterios de ocasión (y cálculo personal) sobre la obra de un autor, sino que testimonian de su importancia y valor. Ahí está, incluso a escala superior, un gran amigo de Ernesto como es José Carlos Cataño.
Ernesto, que se permitió romper el carácter lineal (con sus protocolos sucesivos) de su biografía, se apasionó por cuestiones no solo completamente ajenas a la poesía sino encontradas con ella. Ni contemplativo, ni ensimismado, ni pasivo, ni cobijado en las estructuras culturales, ni funcionario, ni lastimero, ni casa de seguros en la que llorar como Kafka. Sino gestor, comercial con su cartera de clientes, con sus contactos sus comidas.. encantado de serlo además. Disfrutando, que eso lo pude ver yo. Pues bien, pues también poeta, y de muchísima altura. ¿Coste/rendimiento? Demasiado contundente. Otros en cambio… tanta filigrana…
Ernesto vivió también en el lado salvaje de la vida (que la timorata clase media de maneras de casino conoce de, a lo sumo, algún simulacro precoz), pero sobre todo, en la otra orilla –siempre buscaba la otra orilla-, y con el curso de la vida totalmente alterado, disfrutando de la filosofía y divirtiéndose con la prosa y ganando de paso algún premio. Y sufriendo, pero en absoluto por culpa de nadie, sino de él mismo, lo que tenía no bien claro, sino clarísimo, y que no es objetable.
Elsa López leyó un texto magnífico qué emocionó, Cecilia Domínguez, Juan José Delgado, Agustín Enrique Díaz Pacheco que circunnavegó, Orlando Cova cerró los puños, alzó los brazos contra el techo y desbarró, Antonio Pérez, (filosofía), alguien de Unapro (a la mayoría no conocía), poetas, Pepe Marrero al que conocí, mi hermano –que dará una conferencia sobre Wagner en Filosofía- que conoció a Ernesto en casa y al que también regaló un libro, Samir Delgado, amigos escritores de él a los que seguía sin conocer, Iñaki Marieta (filosofía) que fue el que mejor leyó “ ten en cuenta que he recitado en griego en la École Normale Superieure de París". Durante hora y media o así. Casi nadie se limitó a leer un poema sino que la mayoría se refirieron a los encuentros tenidos con Ernesto. Uno le agradeció el material que para su tesis le regaló Ernesto, otro muy joven, poeta, dijo tener una sensibilidad parecida y hubo hondura, muchísimo afecto, emoción, gran pena… y… la infinita pérdida.

2 comentarios:

Agustín Enrique Díaz Pacheco dijo...

Efectivamente, el pasado viernes, con motivo del homenaje en memoria de nuestro común y querido amigo Ernesto Delgado Baudet, inolvidable poeta y narrador, quedó plenamente demostrada buena parte del falso ornato y manifiesta doblez, aparte de premeditada "desmemoria" de algunos chatos y anodinos culturos, subculturos, y algún que otro pretencioso que se lava sus manos con exquisita agua de colonia. Es tan evidente la existencia de SIETE TRIBUS, las mismas que estructuran y desestructuran la siete islas, hostilizándose permanentemente, y poniendo como fronticispicio el írreversible carácter de tirios y troyanos, que hasta algunos de los presentes en el acto resultamos injusta e inoportunamente calificados. Habrá que medir de ahora en adelante los pasos, desistir de la espontaneidad y caminar con pie de plomo y mente bien fría.
En alto, lo que ya he propuesto, y creo que no soy el único: instituir un Premio Literario de Poesía y Narrativa "Ernesto Delgado Baudet".
Un saludo.
Agustín Enrique Díaz Pacheco

Anónimo dijo...

Lo que he expuesto en mi anterior mensaje, sin encono. No debo negar que por mis venas corre sangre portuguesa y vasca, a la vez que lejanamente inglesa. Me molesta el comentario efectuado dorsalmente.
Un abrazo.

Post Scriptum. A ver cuándo sale la novela de Ernesto. A mí me han reeditado, por tercera vez, "El camarote de la memoria", Ediciones IDEA, y mantengo dos novelas inéditas.
Ha salido una antología que coordinamos Gustavo Esmoris y yo; se titula: "Entre Orientales y Atlantes. Antología de relatos uruguayo-canarios"; ya está, junto a: "2.050 km. de palabras. Antología de relatos vasco-canaria", y "De la saudade a la magua. Antología de relatos luso-canarios". Dado que en Canarias pasando de los escritores del archipiélago, en su más amplio sentido, algo típico en las sociedades despojadas de autoestima y noble curiosidad, hay que salir. Esto lo debió estudiar Franz Fanon y Alber Memmi. ¿Canarias una nacionalidad? La hostilidad está tan repartida que parece una pelea tribal. Así nos va... Ya escribiré sobre determinado libro...