sábado, septiembre 25, 2010

Manolo Suárez analiza nuestra salida de la radio y los sucesos ocurridos

Así entró en el post de marras con nuevo nick: Sergio Leone dijo...



LOS MARTES AL SOL
Estoy siguiendo con culpable delectación y habitual retraso las distintas entregas del duelo que se está viviendo en un San Andrés de tintes míticos transmutado en Tombstone o, para los que no puedan hacer abstracción del mar omnipresente, en la más cercana Almería del spaghetti western.
Se respira el aroma inconfundible de lo épico.
La música de Morricone planea sobre los acontecimientos, distorsionada por una cierta atonalidad wagneriana cada vez que suena el leitmotiv (la ominosa melodía del pastor de Tristán e Isolda) que puntea y anticipa las entradas en escena del enigmático Hermano Pequeño, figura recurrente del western crepuscular invariablemente asociada a desenlaces trágicos.
El Hermano Mayor, bendecido por la suerte de los osados, es un inesperado superviviente de entornos hostiles y distintas pendencias tabernarias en las que estratégicamente suele situarse en jovial minoría (recordemos su kipá y sus cánticos de colono judío en medio de los territorios ocupados de otro bar, en una no muy lejana y tormentosa noche).
Con el cabello cano agitado por el viento salino y el gesto estoico de patricio romano, don José Rivero Vivas es el venerable patriarca que, aclamado por las dos facciones, contempla impotente cómo se descose el hilván insinuativo y la arena del desierto de Tijuana se escapa inexorablemente entre las costuras. Sus ojos, que llevaron el azul del mar a la niebla londinense, están sin embargo serenos. En el fondo sabe que el enfrentamiento entre sus acólitos cumplirá por fin su viejo anhelo de situar a San Andrés definitivamente en el mapa.
La facción local vela armas, dividida entre el aprecio al enemigo (la ambulante Hermandad Negra de Roedores de Sión) y la obligación de respaldar a los suyos (entiéndase por ello a los “emboscados del bar de la ignominia”). Los miembros de la Hermandad por su parte marchan al combate con el dolor de saber que sus martes (y los de ellos, no se olvide) volverán a ser como los nuestros. Puro tedio cotidiano.








1 comentario:

Anónimo dijo...

Querido LuÇian!.

Nuestro querido oktaviansy siempre tan ocurrente y vivaz. Soy una fiel seguidora y admiradora de sus opiniones. Pero te digo una cosa: necesito saber que ocurre en esa batalla fraterna. El otro dia hable con C. de Granatella y está bastante perdida en tu blogspace.

Besitos y por fa!. España quiere saber!.

R.W.G.