sábado, junio 19, 2010

Saramago, Lanzarote y comunismo

De creer lo que se ha escrito desde Lanzarote especialmente, Saramago habría sido una gran conciencia: crítica, irritada, compasiva y así unas cuantas conciencias más. En las hagiografías vertidas con ocasión del óbito del escritor/conciencia apenas sale su literatura, el mundo de su literatura.
Yo me quedo con El Manual de Pintura y Caligrafía y con Historia del cerco de Lisboa, y dejó de interesarme cuando leí su libro sobre la ceguera.
Este premio nobel de la lengua portuguesa, no creo que tenga un interés comparable a Coetzee, Hellinek, Pahmuk, Müller…. que son premios a universos literarios muy vigorosos y personales y no a lenguas determinadas y a largas trayectorias vitales.
Saramago nace en 1922 y en 1969 ingresa en el partido comunista portugués de Alvaro Cuhnal (al que no se menciona) que viene a ser el Salazar del estalinismo.
Tiene 47 años cuando Saramago ingresa en el PCP, lo que le da mucho mérito, mucho más cuando acaba de comprobar que los estudiantes de 20 años de París, Berkeley, Tokio o Berlín, sólo un año antes, ya han roto todas sus vínculos con las burocracias estalinistas, y nada quieren saber de estados policiales, corrupción y máxima opresión política. Saramago ya observa un olfato notable para el progreso, la historia y la política, pero sobre todo para la crítica.
Hay que recordar que el partido donde ingresa este caballero de 47 años, es el más estalinista de Europa Occidental, cuyo secretario general Cunhal no mantiene relación alguna con los eurocomunistas Carrillo, Marchais y Berlinguer. El apéndice comunista atlántico de la URSS no está para euromunismos mediterráneos. Cunhal y Saramago son hombres silentes ante la dirección de los comunistas soviéticos (herencia del Comintern), silentes con la invasión de Praga, Budapest, Berlínsilentes con el Gulag, que ya entonces se ha descubierto, callados con los procesos de Moscú. Son coetáneos y testigos de todo ello, pero prefieren la ceguera. Saramago a pesar de lo que nos digan desde Lanzarote hoy, es una gran conciencia, sí, pero callada, disciplinada, militante. Una gran conciencia omitida. Es silencio continuado ante la opresión, invasiones, represiones bárbaras e injusticias.
Como se nos dice desde de Lanzarote, Saramago era en los últimos tiempos un comunista libertario, heterodoxo. Con toda seguridad llegó hasta 1990 y caída del telón de acero como comunista estalinista y ortodoxo, y rebasados los 70 años, por el único mérito de la extinción del comunismo portugués, quedó en situación de heterodoxia y libertarismo sobrevenidos, no alcanzados por su desarrollo “crítico” personal. A ver: no quedaba ortodoxia en pie a la que seguir sometido.
Esta gran conciencia, merece que por parte de sus biógrafos, hagiógrafos y compañeros de viaje (Willy Toledo y todos los demás) hagan relación de todos los conflictos y luchas por la libertad, la democracia y la dignidad humana en que intervino el nobel de la lengua portuguesa, en su dilatada vida de estricta observancia crítica. Tal vez la lista de nuevas y más omisiones y silencios cómplices sea interminable, son muchos años de vida. Dónde estaba cuando Serbia o Ruanda, o con los ahorcados gays de Irán, o con todo lo que no sea Chiapas, Porto Alegre, Cuba, Palestina y el Sáhara, alineado con sus compañeros de pensamiento Willy Toledo, Pilar Bardem, Wyoming.
Nuestro autor, tan crítico que no precisa de obra crítica ni pensamiento político, hilvana tan fino -mucho estudio, análisis y elaboración personal detrás- que dijo que los palestinos habían sufrido un genocidio. Aunque ha dicho sutilezas de parecida enjundia y rigor, cuando se refirió al deseado genocidio palestino, le replicó Pilar Rahola, diciendo una obviedad. Que como fabulador literario era excelente pero como hombre político un idiota.
Hizo bien en jubilarse en Lanzarote, en Francia por ejemplo no hubiera tenido especio en el mundo de la cultura, que allí va unido al pensamiento, no a la farándula.
Saramago representa a una generación laica que llevó al máximo su necesidad religiosa de absolutos, en este caso el totalitarismo de izquierdas. Cuando aquellos cayeron, siguieron buscándolos por los que más se podían parecer y prometían.

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